domingo, 2 de enero de 2022

Funciones y Servicios Ecosistémicos del Sistema Suelo


FUNCIONES y SERVICIOS ECOSISTÉMICOS
del SISTEMA SUELO


Listado Temático

1- Funciones y Servicios Ecosistémicos. 2
2 - Clasificación de los Servicios Ecosistémicos. 2
3 - Funciones y servicios ecosistémicos del suelo: marco conceptual. 4
4 - Funciones y servicios ecosistémicos del suelo: marco operativo. 7
4.1 - Servicios ecosistémicos de provisión. 7
4.2 - Servicios ecosistémicos de regulación. 12
4.3 – Servicios ecosistémicos culturales. 13

Bibliografía



1- Funciones y Servicios Ecosistémicos


El pensamiento sistémico es por definición teleológico porque se refiere fundamentalmente al estudio de los fines o propósitos de cualquier sistema. Por consiguiente, el punto de partida del análisis sistémico debe estar orientado a identificar o formular la finalidad o propósitos del sistema, los productos que genera, el “para que sirve” o la función. En los sistemas semivivos como el suelo, el concepto de función está asociado a los servicios que este presta al ecosistema terrestre en general y a la biosfera en particular.  
Desde una mirada “suelo-céntrica”, todos los suelos del planeta constituyen la cubierta pedológica o el compartimento pedósfera que, conjuntamente con los compartimientos atmósfera, litósfera, hidrósfera y biósfera forman el ecosistema terrestre que es un sistema cerrado ya que solo intercambia energía con el espacio intersideral. Entre cada compartimento se establecen procesos de intercambios de materia y energía que hacen funcionar el ecosistema terrestre (Figura 1).

Figura 1: Compartimentos y flujos del ecosistema terrestre  (adaptado de Bockheim and Gennadiyev, 2010)

La interacción entre los compartimentos abióticos y el biótico del ecosistema y de estos con el universo dan origen a una serie de flujos que se definen en término de funciones ambientales, también llamadas funciones ecológicas o ecosistémicas. Por ejemplo, una función ecosistémica básica de la pedósfera es “acumular y reciclar energía y materia que posibilitan el crecimiento y desarrollo de organismos vivos”.
Las  funciones entonces, son los flujos que generan valor ecológico, social y económico que la economía ambiental define como servicios ambientales o ecosistémicos. En otras palabras, la transformación de una función ecosistémica en un servicio ambiental se produce cuando un flujo de materia genera beneficios económicos, ecológicos y sociales para la comunidad local, nacional o internacional.

2 - Clasificación de los Servicios Ecosistémicos


No existe aún un criterio unificado en cuanto a la clasificación de los SE aspecto que dificulta la tarea de valoración tanto física como económica. Una de la más difundida fue propuesta por Millennium Ecosystem Assessment (2005) que luego fue ampliada por Kumar (2010) y Haines-Young and Potschin (2011). Esta clasificación agrupa 4 tipos generales de servicios ecosistémicos: 


  • Servicios de provisión de alimentos tanto directos o indirectos para los humanos, agua dulce,  maderas, fibras y combustible;
  • Servicios de regulación de gases y agua, control de inundaciones y erosión, control procesos  biológicos como la polinización y vectores de enfermedades, 
  • Servicios culturales tales como estéticos, espirituales, educativos y recreativos 
  • Servicios de apoyo a los ciclos biogeoquímicos, de producción, hábitat, biodiversidad depuración de residuos, entre otras.

Una variante en la clasificación de SE es propuesta por Freeman et al., (2014). Estos autores consideran al territorio como un sistema abierto donde coexisten en el tiempo y espacio elementos vivos e inanimados, interconectados por flujos de materia, energía e información y del resultado de dicha interacción se produce un constante flujo de bienes y servicios desde el ecosistema hacia la sociedad y viceversa.  Proponen los 5 flujos principales:

1.  Flujos asociado al servicio de provisión de bienes: son los productos utilizados como insumos materiales o productos terminados, tales como alimentos, madera, resinas, leña, animales, pieles, petróleo y minerales entre otros.
2.  Flujos asociados al hábitat o soporte de la vida y la biodiversidad, en forma de aire para respirar, almacenamiento y provisión de agua, espacio físico y condiciones climáticas específicas.
3.  Flujos asociados al conjunto de amenidades del ecosistema tales como la oportunidad para realizar actividades recreativas, observación de la vida silvestre y el paisaje, entre otras.
4.  Flujos asociados con la dispersión, transformación y  almacenamiento de los residuos de las actividades humanas.
5. Flujos asociados al repositorio genético del ecosistema que otorga estabilidad y resiliencia antes cambios antropogénicos y de otros tipos.

Independiente de las categorías que establezcan las clasificaciones, lo que resulta contundente es que por cada servicio ecosistémicos que se identifica este se asocia a un flujo y por tanto corresponde a una función del sistema. En la siguiente lista adaptada de de Groot (1994) se enumera funciones y servicios asociados:

1. Funciones de Provisión: representa los flujos involucrados en la producción de bienes[1]. Los productos pueden ser utilizados como insumo de la producción (materia prima) o como producto de consumo final. Entre los más importante que genera esta función se destacan:
  • ·         Alimentos para consumo humano directo
  • ·         Materia prima para alimentos procesados
  • ·         Alimento animal
  • ·         Recursos genéticos
  • ·         Recursos medicinales
  • ·         Materias primas para la industria textil, maderera, etc.
  • ·         Materias primas para la construcción
  • ·         Combustible (bioenergía)
  • ·         Fertilizantes naturales

2. Funciones de regulación: representa los procesos que regulan flujos, volúmenes y prestan servicios de:
  • ·         Regulación del balance energético local y global
  • ·         Regulación de la composición química de la atmósfera
  • ·         Regulación de la composición química de los océanos
  • ·         Regulación del clima local y global
  • ·         Regulación de la escorrentía y prevención de inundaciones
  • ·         Regulación de los reservorios de aguas superficial y subterráneo
  • ·         Regulación de la erosión del suelo y de los sedimentos
  • ·         Formación del suelo y mantenimiento de su fertilidad
  • ·         Fijación de la energía solar y producción de biomasa
  • ·         Almacenamiento y reciclaje de compuestos orgánicos
  • ·         Almacenamiento y reciclaje de compuestos minerales
  • ·         Almacenamiento y depuración de desechos de la actividad humana
  • ·         Regulación de mecanismos de control biológico
  • ·         Mantenimiento de hábitat migratorios y de criaderos
  • ·         Regulación de la diversidad biológica

4. Funciones Culturales: proveen servicios inmateriales que las personas obtienen de los ecosistemas a través del enriquecimiento espiritual, el desarrollo cognitivo, la reflexión, la recreación, el esparcimiento y las experiencias estéticas entre las que se encuentran los sistemas de conocimiento (populares), las relaciones sociales y valores éticos y estéticos.
  • ·         Estética
  • ·         Espiritual y religiosa
  • ·         Histórica
  • ·         Artística
  • ·         Científica y educacional

3. Funciones de apoyo: representa el espacio asignados para la realización de actividades humanas. Por tanto los servicios que presta son:
  • ·         Hábitat humano y viviendas
  • ·         Disposición final de residuos
  • ·         Producción de bienes: agricultura, ganadería, acuacultura, industrias, etc.
  • ·         Intercambio de bienes (comercio)
  • ·         Recreación y turismo
  • ·         Protección de la naturaleza: reserva genética, biodiversidad. 
  • ·         Infraestructura (vial, industrial, etc.)

3 - Funciones y servicios ecosistémicos del suelo: marco conceptual.


El suelo es un cuerpo natural, producto de una pedogénesis posee como función la de ser un acumulador y reciclador de energía, materia e información y está fuertemente vinculado a la mayoría de las funciones ecosistémicas que prestan a la humanidad junto a los compartimentos bióticos y abióticos del planeta (Figura 1). La Comisión de la Comunidad Europea para la protección de los Suelos (2006) establece siete funciones específicas para el sistema suelo (Lin 2012):

a)      Producción de biomasa vegetal (alimento, bioenergía, fibras, madera…)
b)      Almacenamiento, filtrado y transformación de compuestos
c)      Ambiente físico y cultural para el género humano
d)      Hábitat para la vida y pool de genes
e)      Fuente de materiales crudos.
f)       Sumidero de carbono
g)      Herencia geológica y arqueológica.

El suelo como recurso natural y proveedor de servicios ecosistémicos está comprendido en un concepto más amplio denominado Tierra término involucra al suelo más un conjunto de atributos biofísicos (clima, biota, litología, hidrología, vegetación, fauna, etc.) más el resultado de las acciones humanas pasadas y presentes en un espacio geográfico concreto.
Tierra es un área de la superficie del globo terrestre que se puede delimitar (unidad), abarcando todos los atributos de la biosfera inmediatamente por encima y por debajo de su superficie, incluyendo el clima en la zona cercana a la superficie, el suelo y las formas del terreno, la superficie hidrológica -incluyendo lagos poco profundos, ríos, humedales y pantanos, las capas sedimentarias cercanas a la superficie y las reservas de aguas subterráneas asociadas a las mismas, las poblaciones de flora y fauna, las formas de colonización de la población humana y los resultados físicos de la actividad humana anterior y actual –por ejemplo obras de conservación, saneamiento, caminos, construcciones, etc. (FAO, 2001)
La Tierra es considerada por la teoría económica como un factor de producción o como un capital natural –donde el suelo es un componente esencial, con propiedades estables y dinámicas, sujeto a perturbaciones, procesos de degradación o recuperación y constituye la base física para la prestación de un conjunto de servicios ecosistémicos (Figura 2). El suelo se le reconocen dos tipos de propiedades características: las inherentes o estructurales -que devienen en limitaciones estructurales y las dinámicas o funcionales que devienen en limitaciones funcionales. Las limitaciones estructurales o permanentes son aquellas excluyen determinadas funciones y difícilmente puedan ser revertidas por tecnologías simples. Por ejemplo: un suelo fuertemente salinizado y de drenaje deficiente de una llanura mal drenada no permite el cultivo de las hortalizas por tanto no puede prestar el servicio de provisión de alimentos. En este caso la reversión de la limitación no es técnicamente factible. Las limitaciones funcionales o transitorias son aquellas que hacen ineficiente o de bajo rendimiento a la función y por lo general son reversibles para un determinado nivel tecnológico. Por ejemplo, una compactación inducida por manejo indebido del suelo limita la profundidad de raíces y por tanto cae el rendimiento de un cultivo. Sin embargo esta limitación puede ser revertida con tecnologías de manejo simples y económicamente viables.
El control ejercido por la actividad humana sobre el conjunto de procesos tanto de degradación de las tierras como los procesos recuperación y mantenimiento de las propiedades de las mismas constituye uno de los pilares de la sostenibilidad: el sistema suelo debe permanecer funcional para soportar los impactos de la actividad humana y a su vez, proveer parte de los servicios ecosistémicos que demanda la sociedad.

Figura 2: Tierra y servicios ecosistémicos (Adaptado de Dominati et al., 2010) 

 
Las funciones y servicios ecosistémicos que prestan los suelos están indisolublemente vinculados al destino o uso que se asigne a las diferentes unidades de tierras en el territorio. A su vez, cada uso está asociado a una función y servicio específico. Por ejemplo, el uso urbano está asociado principalmente a funciones de soporte de la infraestructura y provee el servicio de hábitat, mientras que el uso agrícola está asociado a la función de producción y provee el servicio de provisión de alimentos.
El uso de las tierras dependerá entre otros factores de: las propiedades inherentes del suelo, relieve, del clima, litología, hidrología, vegetación, fauna, etc.; de la localización geográfica, de las necesidades humanas tanto fisiológicas, de protección o seguridad a nivel local, regional o global, de la disponibilidad de capital (infraestructura, maquinas, insumos), fuerza de trabajo; del nivel de conocimientos y de los valores políticos, éticos, estéticos de una comunidad y de las relaciones entre comunidades (normativas, leyes, acuerdos, etc.). 
No existe un único criterio para calificar la aptitud de uso de las tierras para que provean los servicios requeridos. En general, se cuenta con sistemas de evaluación de tierras que parten de un concepto general de uso, por ejemplo para la producción de bienes (agropecuarios, industriales) o soporte de infraestructura (edilicia, vial) y establece categorías de aptitud principalmente en función de los atributos naturales de las tierras. En tal sentido hay varios sistemas de evaluación de tierras de clases por aptitud de uso, clases por productividad, aptitud forestal, capacidad para riego, aptitud portante, etc. (de la Rosa, 2008).  

La selección y asignación de uso/s adecuado/s a una tierra implica un proceso de toma de decisión. En teoría una correcta selección del USO de una tierra debería considerar al menos cinco principios:

1.      Que no sea excluido por la presencia de limitaciones permanentes o estructurales.
2.      Que maximice la eficiencia de utilización de cada recurso disponible o se minimicen las limitaciones funcionales.
3.      Que no perturbe o degrade irreversiblemente las propiedades inherentes.
4.      Que prevea la recuperación de las perturbaciones introducidas.
5.      Que no generen disturbios al entorno que devengan en conflictos socio - ambientales.

La asignación y cambio de uso es uno de los factores que más perturbaciones sociales y ecológicas incorporan a las tierras, razón por la cual es un tema de creciente interés conocer dicha dinámica en los territorios. Estas perturbaciones pueden surgir tanto desde una inadecuada asignación de uso o un inadecuado manejo de las interacciones físicas – biológicas mediada por la tecnología. Es posible que un uso acorde a las condiciones naturales de las tierras pero inadecuadamente manejado desde el punto de vista tecnológico introduzca perturbaciones ecológicas o sociales tan graves como la utilización de tierras con usos incompatibles con las características naturales de las mismas.
Sobre a base de estos principios, la selección equilibrada de los usos de las tierras constituye la base conceptual del ordenamiento territorial para una adecuada y permanente provisión de los servicios ecosistémicos. Algunos de los conflictos que han emergido con especial relevancia últimamente surgen de actividades que compiten fuertemente entre sí por la ocupación del espacio. En tal sentido, el uso urbano vs uso agrícola o uso comercial/industrial  o con actividades de alto riesgo ambiental y/o de rechazo social, como por ejemplo la disposición final de residuos (Ver Galfioni y col. 2013). Para resolver estos problemas de localización se utilizan técnicas de optimización en el campo de la investigación operativa entre las que se destaca la Evaluación Multicriterio (ver de Prada y col 2012, Cisneros y col 2009 De Prada y col, 2014). 

 Como ejercicio ilustrativo y de utilidad conceptual sobre los cambios de uso y las posibles implicancias sociales o ecológicas se sugiere analizar las siguientes situaciones que se registran en nuestro País:
ü  expansión del cultivo de soja,
ü  desaparición de cinturones hortícolas periurbanos,
ü  reemplazo de cultivos regionales,
ü  expansión de las superficies urbanas sobre tierras rurales,
ü  presión de uso sobre bosques nativos,
ü  expansión de contratos accidentales de arrendamiento como forma de tenencia,
ü  demanda de biocombustibles,
ü  concentración de la producción animal.


4 - Funciones y servicios ecosistémicos del suelo: marco operativo.


4.1 - Servicios ecosistémicos de provisión

Este servicio es el que provee los bienes para consumo humano, animal e insumos agroindustriales. La función madre de este servicio es la función de producción y tiene dos funciones asociadas: la función de deterioro y la función de mejoramiento.

Función de producción: La obtención de biomasa como productos agropecuarios, forestales, bioenergéticos, etc. es el resultado de la intervención y manejo sobre el ecosistema natural mediado por las tecnologías. La producción de bienes se expresa en kg año-1 y es una función que depende de los factores de producción: Tierra (Ti), Capital (C), Trabajo (Tr) y otros factores. Puede representarse conceptualmente de la siguiente forma:

P (kg año-1) =  f (Ti, C, Tr, otros factores)

La función establece que para obtener un producto o bien para satisfacer necesidades humanas es necesario contar con la combinación de los recurs tierra (vegetación, clima, suelo, agua); capital (máquinas, herramientas, instalaciones), trabajo (manual, intelectual) y otros factores, por ejemplo, insumos para la producción (combustible, agroquímicos). El factor Tierra involucra un doble componente: la superficie donde se desarrolla la actividad y el rendimiento de biomasa producida por unidad de superficie (kg ha-1 año-1).  

Por otra parte, toda función de producción posee implícitamente asociada -por el impacto se causa la actividad sobre el sistema natural, sobre el capital o el humano una función de deterioro o degradación de los factores de producción. En la Tabla 1 se enumeran algunas de las funciones de deterioro más importantes.

Tabla 1: Funciones de deterioro de los factores de producción
Factor
Tierra
Factor Capital
Factor
Trabajo
Suelo
Agua
Clima
 Vegetación


Erosión hídrica y  eólica.
Pérdida de nutrientes.
Acidificación.
Salinización.
Alcalinización.
Contaminación.
Pérdida de C.
Desagregación. Compactación.
Anegamiento.
Emisión GEI.
Contaminación con N, P, metales pesados, biocidas.
Contaminación por  sedimentos.
Agotamiento agua dulce.

Acumulación de GEI y calentamiento global.
Agudización de eventos extremos del régimen térmico y pluviométrico.


Monocultivo.
Pérdida de biodiversidad.
Incremento adversidades (malezas, plagas y  enfermedades)
Depreciación.
Obsolescencia.
Envejecimiento
Enfermedades
Accidentes

Si las funciones de deterioro no son controladas o compensadas desde la intervención tecnológica, se pone en riesgo la función de producción y por ende la provisión de productos. El control de la función de deterioro se hace a partir de los flujos que demanda la función de mejoramiento. Esta nueva función se define como la intervención técnica necesaria para revertir procesos de deterioro o degradación de los factores de producción o para recuperar la capacidad o eficiencia de la función de producción. En la Tabla 2 se  listan funciones de mejoramiento para diferentes funciones de deterioro de los factores de producción.

Tabla 2: Funciones de deterioro y su correspondiente función de mejoramiento
Función de deterioro
Función de mejoramiento
Erosión hídrica y eólica
Control  de erosión
Pérdida de nutrientes y carbono del suelo
Fertilización y reposición de materia orgánica
Contaminación del agua superficial con sedimentos, N, P, plaguicidas.
Control del escurrimiento y erosión hídrica
Contaminación del agua subterránea
Fertilización balanceada, manejo sitio específico
Emisión de GEI
Fijación y secuestro de carbono
Reducción de emisiones de N2O, CH4.
Compactación del suelo
Recuperación del volumen de macroporos
Salinización – alcalinización con freática somera
Recuperación y mantenimiento cobertura superficie
Pérdida de biodiversidad
Franjas buffer, preservación de relictos vegetal.
Depreciación del capital
Amortizaciones y renovación (inversiones)
Enfermedades, accidentes, agotamiento físico
Seguridad social y laboral, vacaciones
Envejecimiento personas
Reemplazo generacional - Jubilación

Para que la función de producción sea operativa en términos prácticos se debe contar con algún marco de  referencia. Para desarrollar este concepto vamos a utilizar el concepto de brecha de rendimiento.
Para especies vegetales adaptadas a las condiciones climáticas y edáficas de una unidad tierra, su rendimiento dependerá del crecimiento vegetal y este, a su vez, de varios factores y procesos. Sin embargo, el mayor impacto sobre el rendimiento se centra en aquellos procesos que definen la estabilidad y magnitud de la eficiencia del uso de energía solar, la eficiencia de uso del agua y la eficiencia de uso de nutrientes. La eficiencia es relación entre la cantidad de producto obtenido dividido la cantidad de recursos insumido. En una condición ideal se obtendría el máximo rendimiento cuando las tres eficiencias mencionadas alcanzan el 100%, es decir: toda la radiación fotosintéticamente activa, toda el agua y todos los nutrientes que dispone un cultivo se convierten en biomasa vegetal. Sabemos que imposición de la 2º Ley de la termodinámica estos procesos de transformación de energía es imposible de alcanzar la máxima eficiencia, el postulado teórico constituye el marco referencial para la gestión tecnológica de la producción agropecuaria: lograr que los cultivos utilicen al máximo posible los recursos naturales disponibles y así, el genotipo pueda expresarse al máximo su capacidad de transformar energía solar en biomasa por unidad de superficie (rendimiento).
El rendimiento de un cultivo está determinado, en orden jerárquico, por la disponibilidad y capacidad de la planta para usar: la energía solar, el agua y los nutrientes en ese orden. La disponibilidad de cada recurso está vinculado a la localización geográfica (latitud - longitud) y a la capacidad genética de la planta para utilizarlo. A partir de la disponibilidad de tales recursos y la capacidad de transformarlos en biomasa vegetal, se definen tres niveles de rendimiento: rendimiento potencial, rendimiento limitado por agua y rendimiento limitado por nutrientes. En condiciones reales de cultivo, el crecimiento normalmente es afectado negativamente por otros factores que determinan el rendimiento actual o real. (Figura 3)

Figura 3: Niveles de rendimiento de los cultivos
 (adaptado de Verdoodt, A. and E. Van Ranst, 2003).

a) Nivel de Rendimiento potencial: es el máximo rinde de biomasa que se alcanza mediante el proceso de fotosíntesis bajo condiciones no limitantes de agua, nutrientes o factores adversos (malezas, plagas, enfermedades, etc.). Consecuentemente, el crecimiento vegetal a este nivel es determinado por la eficiencia en la absorción de la radiación fotosintéticamente activa (PAR) para determinadas condiciones de CO2 y temperatura.
b) Nivel de Rendimiento limitado por agua: cuando el suministro de agua no satisface plenamente las demandas de transpiración del cultivo, según el ritmo de crecimiento fotosintético, la producción de biomasa se limitará según la disponibilidad de este recurso. El grado de afectación depende de la severidad de la falta de agua y de la etapa fenológica en la que se encuentre el cultivo. Cuando el agua satisface plenamente los flujos de transpiración del cultivo y no hay ninguna otra limitante (por ej. nutrientes) este nivel de rendimiento lo define la eficiencia de transformación de agua transpirada por unidad de biomasa generada.
c) Nivel de Rendimiento limitado por nutrientes: cuando el suministro de nutrientes en cantidad y momento oportuno es inadecuado para los requerimientos de crecimiento del cultivo, la el rendimiento de este nivel se verá afectada negativamente por la carencia de este recurso.
d) Nivel de Rendimiento actual: es el rendimiento real logrado en condiciones de campo o experimentales. Este depende, además de los factores mencionados, de otro conjunto de factores que pueden limitar resultado final. Esto son factores exógenos al cultivo tales como malezas, plagas y enfermedades y factores vinculados directamente con la gestión tecnológica: selección de cultivares, control de la sanidad, labranzas, eficiencia de cosecha, etc.

Los diferentes niveles de rendimiento pueden ser estimados a partir de modelos de simulación. FAO ha desarrollado una metodología que desde el portal GAEZ (http://gaez.fao.org) permite conocer diferentes niveles de rendimiento para todo los continentes del mundo.
A partir de este valor de referencia y bajo el marco teórico de los niveles de rendimiento es posible indagar sobre qué factores o propiedades del clima y del suelo son limitaciones funcionales y afectan negativamente el rendimiento. Para ello hay que considerar más en detalle las funciones del suelo para permitir la máxima  eficiencia en la transformación de energía natural a biomasa.
El sistema suelo en su carácter de acumulador y reciclador de materia y energía posee un rol clave en la eficiencia de utilización de los recursos naturales para la función de producción. El suelo mediante su organización física – morfológica (granulometría, estructura, porosidad) establece el medio donde se almacena y fluye calor, agua, oxígeno y elementos solubles hacia el cultivo en un determinado momento y sitio. Cuando este conjunto de procesos se optimiza se alcanza la máxima eficiencia de utilización de los recursos. En esa situación el suelo debería para cada etapa fenológica del cultivo:

Ø  Ofrecer un medio óptimo para la germinación de las semillas y el crecimiento de las raíces, libre de limitaciones físicas y químicas.
Ø  Ofrecer un medio óptimo para la actividad biológica que permita la descomposición y ciclado de nutrientes.
Ø  Regular el intercambio calórico para garantizar una adecuada temperatura asegurando una alta eficiencia de los procesos biológicos.
Ø  Regular el ciclo del agua con capacidad para captar, almacenar y distribuir el agua en el perfil acorde a los requerimientos de los cultivos en el tiempo y en el espacio.
Ø  Regular la composición de gases del suelo con un adecuado intercambio con la atmósfera para garantizar la respiración de la bioma del suelo y de los cultivos.
Ø  Regular el balance de elementos químicos (minerales y orgánicos) que garanticen una adecuada provisión de nutrientes tanto al cultivo.
Ø  Regular el ciclado de elementos tóxicos, enfermedades, plagas con ciclo en suelo y que afecten el cultivo.

Este conjunto de postulados se pueden resumir en seis funciones que el individuo suelo debe ofrecer al cultivo con la máxima eficiencia para cada etapa fenológica a los efectos de lograr la menor brecha de rendimiento posible. Las funciones son:

  • Amplio volumen explorable para el sistema radicular
  • Fluida transferencia de calor atmósfera – suelo – cultivo
  • Fluida transferencia de agua atmósfera – suelos – cultivo
  • Fluida transferencia de oxígeno atmósfera – suelo – cultivo
  • Fluida transferencia de solutos nutrientes suelo – cultivo
  • Ausencia de factores adversos al cultivo

Como la función implica por un lado la dinámica de flujos y la mayoría de estos ocurre a través de los poros del suelo (a excepción del calor), la relación sólido vacíos de los horizontes y sus características morfológicas asociadas son las propiedades inherentes de cada individuo suelo. Por otro parte, la función también implica stock de elementos vinculado a la nutrición y ello está fuertemente vinculado a los ciclos biogeoquímicos que ocurren en el suelo para la puesta en disponibilidad de los elementos solubles requeridos por los cultivos en cada etapa fenológica. En la Figura 4 se esquematiza las funciones del suelo.

Figura 4: Funciones del sistema suelo para la producción agraria (adaptado de Cantero y col. 1987)


En síntesis, cuando las funciones del sistema suelo están optimizadas, las eficiencias de transformación serán más próxima al 100% y por tanto, el rendimiento de un cultivo alcanzará un valor lo más cercano posible al rendimiento potencial o en otras palabras menor será la brecha de rendimiento.
Cuando estas funciones no están optimizadas para una máxima eficiencia, se está en presencia de limitaciones funcionales que imponen restricciones de manejo o de gestión tecnológica. Una limitación funcional como se precisó precedentemente, es un factor que obstaculiza o derrocha un recurso haciendo perder eficiencia a un proceso. Por ejemplo, una inadecuada distribución de plantas en el espacio no utiliza adecuadamente la energía solar, o la compactación del suelo aumenta el escurrimiento superficial o un inadecuado momento y forma de aplicación de N no produce un beneficio económico por unidad de N aplicado y puede generar contaminación difusa. Las limitaciones funcionales normalmente deben ser revertidas con la gestión tecnológica.

Se propone analizar el siguiente ejemplo: el rendimiento potencial de maíz en un Haplustol con 800 mm de lluvia anual en la zona de Río Cuarto es de 25 tn ha-1. Sin embargo el rendimiento real es de 8 tn ha-1. Identifique posibles limitaciones funcionales que definen la brecha de rendimiento.

4.2 - Servicios ecosistémicos de regulación


Entre las funciones que proveen este servicio, desarrollaremos dos con experiencias locales: la función de secuestro de carbono y la función depuradora de residuos ganaderos.

a) Función de secuestro de carbono del suelo. Lal (2008) define a la capacidad de secuestrar C de un suelo como la diferencia entre el contenido actual y el contenido en su estado homeostático, cuando cesaron los procesos que movilizan sólidos en el perfil de suelo (fin de la pedogénesis). Este rango, por lo general es bastante significativo en términos cuantitativos. Por ejemplo, Apezteguía et al., (2009) determinaron que la capacidad de secuestro en horizontes A de textura franca limosa del centro de Córdoba es de 38,4 Mg ha-1. Por otro lado, Tittonel et al., (2004) estimaron para horizontes A de suelos del centro suroeste de Córdoba una capacidad de secuestro de 37 y 45 Mg ha-1 para textura franca y arenosa franca respectivamente. Ahora bien ¿es posible utilizar a pleno esta capacidad acumuladora / reguladora del carbono del suelo en las actuales condiciones de uso? Tittonel et al., (2006) calcularon para suelos del sur de Córdoba que en el mejor de los casos -dejando de producir cultivos y recuperando la vegetación espontánea, se podrían capturar en 50 años entre un 25 y 35% del C emitido a la atmósfera desde la irrupción de la actividad agropecuaria (Figura 5).




Figura 5: Simulación de la capacidad de secuestro y evolución del carbono en Haplustoles del sur de Córdoba bajo diferentes usos (Tittonel et al., 2006)

En consecuencia, estudios de este tipo corrobora una vez más el dictado de la 2° Ley de la Termodinámica: es inalcanzable recuperar la condición de estado original pues en la transformación del C del suelo a lo largo de los años una proporción se perdió por el entropía. En consecuencia, implica replantear decisiones de uso y de manejo tecnológico que optimicen esta función de regulación a partir de actual estado de situación y con metas que permitan mantener a otras funciones ecosistémicas asociadas. 

Una pregunta desafiante: ¿Es una alternativa viable usar energía fósil (fertilizantes) para aumentar biomasa y así incrementar el secuestro de C del suelo?

b) Función depuradora del sistema suelo (Degioanni y Amín 2010):  Cuando el suelo se usa como destino final de residuos domésticos, industriales, pecuarios y agrícolas, vertidos en forma puntual o difusa, implica la presencia de sustancias que pueden constituir un daño ambiental. En consecuencia, cuando se registra la existencia de un compuesto en concentraciones contradictorias con la génesis del suelo y que puede tener efectos adversos sobre la vida humana o del ecosistema, constituye un estado del suelo denominado polución. Puede ocurrir que exista una sustancia en concentraciones más altas que las habituales pero que aún resulta inocua: este caso se considera un estado de contaminación del suelo. El factor específico a considerar en ambos casos es el agente contaminante. Se entiende como tal a aquella sustancia orgánica o inorgánica presente en un lugar no deseado, que es dañina o potencialmente dañina para la vida humana o de organismos vivos benéficos. Para que una sustancia tenga esta calificación depende de su naturaleza química, de la concentración y grado de exposición a los organismos sensibles.
Estas tres características se resumen en el concepto de biodisponibilidad que es la fracción del total del agente contaminante que puede causar un efecto nocivo sobre un organismo vivo expuesto. Por otra parte, en el agente contaminante deben considerarse:
a) persistencia: tiempo que permanece activo el agente (biodisponible) en algún compartimento del ecosistema y
b) residencia: tiempo que permanece el agente en un compartimento del ecosistema sin migrar hacia otro compartimento.
Cuando un agente contaminante ingresa al suelo, queda sujeto a procesos físicos, físico – químicos, químicos y biológicos.
Los procesos que reducen la persistencia y por tanto inactivan al agente, son de dos tipos: a) los que modifican la naturaleza química ya sea por ruptura de los enlaces atómicos (hidrólisis, fotólisis) o cambios del estado de óxido – reducción b) los que no modifican la naturaleza química del agente pero disminuyen su biodisponibilidad: sorción, precipitación, polimerización, formación de complejos, etc.
Los procesos que inciden sobre la residencia de un agente contaminante son aquellos que definen su movilidad en el suelo: solubilidad, volatilidad y procesos que regulan los flujos de agua (infiltración, ascenso y/o descenso capilar y escurrimiento superficial) y gases (flujo masal y difusión).
Sobre esta base conceptual, se propone como definición de la función depuradora del suelo a la capacidad que tiene el mismo de disminuir la persistencia y aumentar la residencia de un agente contaminante. En consecuencia, la evaluación del suelo como sumidero deberá contemplar su capacidad depuradora calificando como el de mayor aptitud a aquel que tenga baja persistencia y alta residencia para un determinado contaminante. Por otra parte, el manejo de un suelo que reciba agentes contaminantes, vertidos en forma puntual o difusa, se orientará a favorecer los procesos que disminuyan la persistencia del agente contaminante en niveles no biodisponible y que aumente su residencia, evitando la migración a la atmósfera o hidrosfera. 

-Publicación: Función Depuradora del Sistema Suelo (Degioanni y Amín, 2010).

 

4.3 – Servicios ecosistémicos culturales.

El destino de tierras para actividades recreativas, de esparcimiento, de recogimiento, de resguardo del patrimonio arqueológico, etc. tiene hoy especial relevancia. En este sentido Costantini and L'Abate (2009) identificaron sitios con valor patrimonial a lugares con presencia de paleosuelos, suelos de sitios arqueológicos y paleontológicos, suelos “vírgenes” y suelos modificados por acción natural o antrópica que sirven con marco referencial de un estado de organización del mismo. En misma línea, identificaron también unidades con valor paisajístico aquellos sitios que permiten observar y disfrutar de la amenidad de un panorama o sitios de observación de un ecosistema particular. Los criterios para la evaluación de estas unidades de tierras establecidos por estos autores son el tipo de interés científico, el estado de conservación, el tipo e intensidad de riesgo a la que están expuestos, el nivel de conocimiento del lugar, edad geológica, accesibilidad, visibilidad y la necesidad de protección entre las más relevantes.  


Bibliografía


Apezteguía, H, R.C. Izaurralde and R. Sereno. 2009. Simulation study of soil organic matter dynamics as affected by land use and agricultural practices in semiarid Córdoba, Argentina. Soil & Tillage Research 102; 101–108.
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[1] Un bien es un componente del ecosistema que es apropiado con fines de uso. Si el uso del bien no excluye o restringe a usuarios se trata de un bien público. Por el contrario, si el uso del bien es restringido para un grupo de usuarios se trata de un bien privado.

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